El SRI es un esquema común europeo para evaluar el nivel de preparación de los edificios para ser inteligentes, mediante la presencia de sistemas de control y automatización de edificios (BACS) para poder optimizar el rendimiento energético, proporcionar confort a los ocupantes y poder interactuar con la red, por ejemplo, mediante una gestión activa de la demanda.
La transición hacia edificios más inteligentes supone mayor confort y bienestar para los usuarios, ahorro energético para los consumidores y una demanda más flexible del sistema energético.
“La inteligencia de un edificio se refiere a la capacidad de un edificio o sus sistemas para detectar, interpretar, comunicar y responder activamente de manera eficiente a las condiciones cambiantes en relación con el funcionamiento de los sistemas técnicos del edificio o el entorno externo (incluidas las redes de energía) y a las demandas de los ocupantes del edificio.”